- Fecha de visionado: 09/01/2021
- Lugar de visionado: Teatro Arriaga, (Bilbao)
- Sinopsis y ficha técnica: Pabellón 6
- Idioma: Castellano
Una ecografía caleidoscópica de la maternidad
Solo hay una sensación más enriquecedora y gratificante cuando se sale de un teatro que la de haber sido capaz de conversar con una obra, y es la de sentir que esa representación te ha hecho conversar contigo misma. Esto fue lo que me sucedió el pasado 9 de enero cuando salí del Arriaga de ver “La mejor madre del mundo”.
No pretendo con esta entrada destripar la trama principal de la obra, sino anotar algunos de los matices que me sugirió. Para mí esta representación habla de, o mejor dicho, “me hizo hablarme” de:

La soledad compartida y a la vez individual de las madres. De la sutil y robusta diferencia entre querer, poder y necesitar. De desear y de amar. De amar desde que ¿solamente? hay un deseo. De invertir el orden de los factores. De la titularidad de los anhelos. De si madre se nace o se llega a ser. De si hay diferentes formas de ser madre.
También de la maternidad como posibilidad, como proyecto imposible, como frustración, como obligación sobrentendida y como mandato velado, como parte del sistema trasnochado y actual.
La maternidad como status, como expectativa “auto-cumplida”, como lo normativo, como revolución, como hecho identitario, como éxito y como exposición al más oculto, doloroso y vergonzante de los fracasos. De la maternidad como presencia y como desoladora ausencia.
La maternidad como plenitud, como fuerza, como energía pero también como fuente de miedo, de incomprensión, de conexión con la vulnerabilidad, con el eterno cuestionamiento propio y ajeno. Como acto supremo de entrega desmedida y como renuncia rotunda y absoluta.
La maternidad como superación, como omnipotencia, como estructura, como caos, como evidencia e incertidumbre. Como milagro, como avance tecnológico y como negocio. Como unión y como distanciamiento irreconciliable; como compleja sencillez, como equilibrio y como amenaza. La maternidad como herencia y como legado.
La maternidad como cordura enajenada, como circunstancia concreta y puntual. Pero también como realidad colectiva, transgeneracional, atávica y perpetua. La maternidad como relato y como silencio. La maternidad como forma de vida que ¿merece la pena? ser vivida.
La maternidad como todo esto y como todo lo contrario.
0 comentarios